En su inolvidable obra La forja de un rebelde, Arturo Barea refiere una reveladora conversación entre dos trabajadores de principios del siglo XX:
“Tenemos una sociedad de asistencia médica que se llama Mutualidad
Obrera, que es la mejor que hay en España. Te dan todo: los mejores
médicos, la botica y el sanatorio para operarte. Hasta un socorro si
pierdes el jornal por estar enfermo. Pero para ser socio tienes que
estar afiliado a la UGT”.
Me vino a la mente la anterior conversación al hilo de la última —y
también reveladora— encuesta del CIS donde se suspende con muy
deficiente a los sindicatos (imperfecto valladar frente a la
explotación, pero valladar a fin de cuentas) mientras se otorga la más
alta nota a la policía, guardia civil y ejército, instituciones de
"acrisolada trayectoria en la lucha por los derechos humanos", siempre
prestas a la defensa del obrero frente a la banca y el gran capital,
como bien sabemos.
En base a lo anterior, considero, y lo expreso con palabras del
Evangelio, que los sindicatos, a día de hoy, “tiran perlas a los
cerdos”. Y, de paso, comparativamente, nos agravian a quienes sí estamos
dispuestos a luchar y resistir.
Sin ambages: no es justo que los beneficios de las huelgas y
negociaciones recaigan sobre quienes no han secundado paros y ni tan
siquiera están dispuestos a pagar una cuota. Los alemanes, pueblo
disciplinado y con una legendaria tradición de lucha obrera, lo
comprendieron hace tiempo. De ahí que su sistema sindical siga siendo
robusto y eficaz.
Ciertamente, algunos comenzamos a estar muy hartos de adherirnos a
huelgas mientras el resto de “compañeros” (es un decir) acuden al
trabajo. Perdemos el salario de ese día pero si se consigue algo es para
todos. Incluso para los insolidarios. Pagamos nuestra cuota, pero los
sindicatos negocian para todos y las mejoras que se consiguen (más bien
las que se han conseguido) se extienden a los otros. No es justo.
Además, las excusas de estos últimos respecto a las huelgas resultan
pestilentes, irritantes, deplorables: “no me puedo permitir perder un
día de haberes” (no, pero luego, por no ir a la huelga, te robarán el
salario de un mes… ¡imbécil!); o “tengo que cuidar a los “niiiiños”
(esto último suele alegarse prologando las íes y afectando ternura).
Hasta donde yo sé, la ocupación de “canguro” no ha sido aún ilegalizada.
Pero aquella hez de egoístas, que se escuda en los “niiiiños” debería
ser la primera en secundar paros, huelgas y movilizaciones. Por ellos… y
por sus “niiiños”.
Sin embargo, posiblemente, la cobardía y egoísmo de muchos
trabajadores se revela más con las frases de “yo con los sindicatos no
voy a ninguna parte”, “pero si son todos unos vagos, que solo buscan
liberarse y chupar de subvenciones”, así como estupideces similares, que
solo evidencian falta de agallas, estúpido individualismo y una
alarmante miopía mental. Eso sí, ninguno renuncia a lo conseguido
mediante las movilizaciones y huelgas... de los otros.
El sistema sindical que resultaría más adecuado
A mi juicio, la estrategia sindical seguida hoy no resulta operativa.
No se ajusta a los usos sociales. Básicamente porque la mayoría de los
trabajadores no es consciente de la función que los sindicatos
desempeñan. Se mantienen en la untuosa y cómoda senda del “que me den”,
“que me adscriban”, “que me mejoren”… pero sin aportar a cambio más que
insolidaridad y críticas descerebradas… los sindicatos deben tronchar
esta dinámica. De lo contrario, tiran perlas a los cerdos y desgastan
las siempre escasas energías.
¿Cuál debería ser la estrategia, el sistema? Entiendo que, al igual
que la UGT pura de los comienzos, las mejoras deben negociarse y
obtenerse tan solo para quienes paguen su cuota y secunden huelgas y
movilizaciones.
Y, créanme, no defiendo ninguna salvajada. De hecho, es el sistema
que se sigue en otros países. Y por varias razones resulta mucho más
eficaz. Veamos…
En primer lugar, sería mucho más sencillo conseguir mejoras para mil
que para diez mil. Cualquier empresa o Administración cedería más
fácilmente ante una mejora para mil que para diez mil, obviamente. Y el
resto, aprendería “lo que vale un peine”.
En segundo lugar, lo anterior concienciaría a muchos trabajadores de
algo trascendental: la importancia de la unión y la sindicación frente
al egoísmo, y la cara dura de quienes atacan a los sindicatos pero se
apuntan a las mejoras.
En tercer lugar, finalmente, los trabajadores comprenderían que
afiliándose pueden obtener más que mediante el individualismo y la
insolidaridad. Lección que, hoy, es tal vez la más importante que los
trabajadores pueden recibir.
Por todo lo anterior, considero que no estaría de más que se abriera
ya de un debate sobre lo este tema. Melón que considero debe abrirse con
la mayor urgencia. Antes de que se pudra.
¿sabías que?
- En Alemania, si no estas afiliado no tienes derecho a las mejoras de la negociación colectiva de tu empresa o sector.
- Que en Suecia o Belgica si no estás afiliado, no tienes derecho a cobrar el subsidio de desempleo, que gestionan los propios sindicatos ( para su afiliados), cuando en España se pretende un "escandalazo" ( las subvenciones y el blablabla) que los sindicatos gestionen la formación (sufragada con las propios cuotas de los trabajadores)
- Que en Cánada junto al contrato de trabajo, te hacen firmar, obligatoriamente, la afiliación sindical, a un sindicato representativo en el sector.
¿Prefieres estos modelos, o prefieres el modelo de Bostwana? ¿ o prefieres seguir escupiendo para arriba, repitiendo, como excusas baratas, las monsergas que cuenta la "TDT-party", al tiempo que no dejas de contemplar, sin disimulo, tu bonito ombligo "individualista"?
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