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jueves, 16 de enero de 2014

AL TORO X LOS CUERNOS:CORRUPCION Y SINDICATOS


 

Con permiso de su autor, rescatamos esta entrada de su blog AL TORO Y POR LOS CUERNOS.

*Opiniones personales de José Manuel Sánchez Fornet, presidente de FESYPOL (Fundación de Estudios de Seguridad y Policía); presidente de honor del SUP (Sindicato Unificado de Policía), y vocal del Consejo de Policía, todo por 1.550 €/mes, salario que corresponde a mi categoría profesional. Me interesan más las personas que los cargos. A los dictadores, corruptos, homófobos, sectarios, violentos... leña y punto. 

CORRUPCION Y SINDICATOS

Justicia.
Un país con estado de derecho es una garantía de respeto a los derechos de todo tipo, civiles, laborales, sociales, individuales, etc. de todas las personas que residen en el mismo. El estado de derecho consiste en una organización social que garantiza el ejercicio de las libertades recogidas en las leyes gracias al Estado, una estructura que acabó con los tiempos feudales en los que la ley la dictaba el señor de cada territorio que era dueño de vidas y haciendas de quienes vivían y trabajaban como esclavos sobre sus tierras, pasando a constituirse el Estado en herramienta de justicia, protección y garantía de trato conforme a las normas existentes. Aunque legal no es sinónimo de justo y en ocasiones pueden incluso ser antónimos, el estado de derecho permite cambiar dichas leyes injustas por otras mediante la elección democrática de quienes hacen las mismas. Los jueces son encargados de aplicar la justicia y los hay mejores y peores, buenos y malos, de distintas ideas políticas que unas veces más y otras menos se trasladan a la interpretación que hacen de las normas en sus instrucciones judiciales y sentencias.
La juez Alaya.
Una juez que se está haciendo famosa, querida por la derecha y denostada por la izquierda, por su instrucción del “caso ERE” y otros casos de corrupción en Andalucía. Está empañando una instrucción muy necesaria para desmantelar focos de corrupción muy incrustados en el tejido político, sindical y público de Andalucía (sospecho que en todas partes cuecen habas y si no aparece en otras autonomías, sean ERE o cualquier otra fórmula es porque no se ha investigado), haciendo coincidir decisiones durante la instrucción con eventos políticos del PSOE. En los cuatro o cinco eventos importantes en los que el PSOE en Andalucía iba a ser noticia por mensajes de relevo, regeneración, cambios al frente de la Presidencia de la Junta y otros, todos sin excepción han coincidido con decisiones de la juez Alaya que ha empañado dichos actos, siempre programados con días o semanas de antelación con lo que lo de la casualidad no es nada creíble. Lo sustancial de la instrucción es que había corruptos que pactaban llevarse el dinero de todos y que no deben quedar impunes, sean quienes sean, políticos, sindicalistas, familiares, empresarios… siendo necesario para ello no cometer errores, una instrucción escrupulosamente legal en el fondo y en la forma y no dar argumentos a quienes consideran la instrucción un montaje político. Con imputados que llevan en dicha situación dos años sin haber podido declarar todavía para defenderse y con las coincidencias en fechas de los actos jurídicos y la agenda política socialista no se contribuye a robustecer la justicia y la creencia en la misma de la ciudadanía.
Corrupción.
La corrupción que estamos conociendo de un tiempo a esta parte es un problema estructural de la sociedad española. No expondré aquí lo que todos conocemos de políticos con sueldos millonarios en las Cajas, Barcenas, ERE, Urdangarin, Corina etc., y solo diré que los sindicatos, que sin duda han cometido errores y se han dejado manchar en este clima de ausencia de escrúpulos morales que ha imperado en esta sociedad en los últimos 30 años, deben expulsar a los corruptos, reconocer errores, corregirlos, y convertirse en primera línea de combate y última trinchera por los derechos de los trabajadores, arrancando como las malas hierbas a los infiltrados de sus filas. El que quiera hacerse rico que juegue a la lotería o monte una empresa, pero que no se haga sindicalista porque todo el que siendo sindicalista obtiene beneficios superiores a los que obtendría en su puesto de trabajo es un corrupto. Solo así se recuperará capacidad de fuego, metafóricamente hablando, para defenderse de los innumerables y poderosos cañones que disparan contra nosotros. Marcelino Camacho es un buen referente de honestidad; jubilado en el mismo piso de 60 m. de Carabanchel en la tercera planta sin ascensor, al que su sindicato, CCOO, adquirió una vivienda ya en los últimos años de su vida cuando no se podía mover. Nunca robó, ni se doblegó, ni lo callaron. Vivió y murió como lo que quiso ser, un trabajador que defendía los derechos de los suyos.
Sindicatos.
No me gusta nada, me parece un error de libro, que unas decenas de presuntos sindicalistas hayan acudido a la sede judicial donde se instruye la causa de los ERE a increpar a la juez Alaya. No he leído que hubiese ningún cargo sindical entre ellos y aunque no lo descarto, pongo en cuarentena muchas de las informaciones que sobre los sindicatos emiten medios de comunicación al servicio del capitalismo liberal y salvaje más radical porque ellos simplemente quieren que no haya sindicatos. Hay mecanismos legales para rebatir las actuaciones de la jueza si se cree en la inocencia de los detenidos. Que ante la opinión publica aparezcan los sindicatos como protectores de presuntos corruptos es lo que le faltaba a los sindicatos para rematar la faena. Y el argumento de que los que estaban allí congregados iban a apoyar a los detenidos y no a atacar a la jueza me parece incluso peor porque si se demuestra que efectivamente había corrupción, actos ilegales ¿en qué lugar quedan los sindicatos que los han apoyado?
Defenderse, predicar con el ejemplo, explicar.
En mi opinión los sindicatos son la primera línea de combate y la última trinchera contra el capitalismo salvaje y criminal que pretende la explotación del ser humano como esclavo para que unos pocos revienten de dinero sus cuentas corrientes. En el caso que mejor conozco, el movimiento sindical en la Policía, se han producido transformaciones que han sacado a los policías de la soldadesca franquista, de la obediencia ciega, la dependencia del capricho del mando para colocarlo en un espacio de funcionario con derechos. En los últimos años esos derechos están retrocediendo a pasos agigantados y solo el SUP está oponiendo una feroz resistencia a esa vuelta a las cavernas del pasado que pretenden unos cuantos mandos y políticos. Es verdad que una parte del colectivo no acaba de entender esta lucha y se resigna a la situación, y que otros sindicatos (tres) empujan animosamente en la misma dirección con los políticos y mandos citados. Pero creo que no conseguirán lo que persiguen. Por eso ha sido el SUP quien ha exigido a Interior que, puesto que los sindicatos policiales reciben subvenciones oficiales, establezca un mecanismo de auditoria externo de los sindicatos (y de sus líderes) para garantizar el uso adecuado del dinero público. Interior y sus tres sindicatos comparsa han dicho que no. El SUP ha propuesto a los demás sindicatos crear una comisión con miembros designados por cada uno de ellos para que revisen las cuentas de todos y emitan un dictamen sobre ingresos, gastos y contabilidad y el resultado ha sido el mismo: no. Estas decisiones solo se pueden tomar si dispones de un plan contable ajustado a la legalidad, pagas los impuestos, tienes al personal contratado en condiciones legales y los dirigentes sindicales no tienen sobresueldo, ni en “a” ni en “b”.                 
Liberados sindicales.
Aquí no hemos abusado de liberados sindicales. El SUP, con 30.000 afiliados, tiene 60 liberados a tiempo total y seis vocales en el Consejo de Policía. Apoyamos un recorte del uso de horas sindicales por los sindicatos porque había quien las usaba para “comprar” afiliados, a los que prometían y concedían días libres a cargo de horas sindicales perjudicando a los que trabajaban; se inventaban actos sindicales que no celebraban y se pedían libres noches y fines de semana a costa de horas sindicales que son para defender a sus afiliados cuando lo que hacían era irse de fines de semana. La corrupción anida en todas partes, en el sindicalismo también, pero no conozco en el SUP a nadie que tenga los comportamientos antes descritos (cuando los ha habido han sido corregidos inmediata y duramente) ni un patrimonio que no sea corresponda con los ingresos del liberado y su familia. Otros sindicatos ¿pueden decir lo mismo? La corrupción es enemiga de los derechos de las personas y debe ser combatida. Y como el SUP lo ha hecho siempre y yo he sido más de 20 años su secretario general -hasta el pasado mes de junio- creo que la defensa de los sindicatos pasa por huir de comportamientos nocivos que hagan peligrar su propia existencia. Y esto vale para los sindicatos policiales y los de clase.
Convencer o morir.
Existe una terrible presión contra los sindicatos. Socialmente están muy mal vistos y ese clima también llega a la Policía. “Pelotas” y compañeros que no entienden su existencia lanzan continuos ataques a los sindicatos haciéndolos responsables de las decisiones de otros. Dos ejemplos: hace muchos años, en una asamblea en Logroño, un compañero insistió hasta en tres ocasiones que había que hacer una huelga desde el día siguiente, negarse a subir a los coches Z, hasta que un compañero que entraba al día siguiente en Zs dijo que vale, que la hacía, pero que quería ver al que proponía la medida a su lado. El que lo proponía se hizo el remolón para acabar diciendo que él no podía porque su trabajo era muy importante. Su trabajo era atender la centralita telefónica de la Delegación del Gobierno. Era un enchufado. Un meaperro. Sin duda pretendía acrecentar el descrédito de los sindicatos pues el día que se cometa un delito porque los policías están en huelga estaremos muertos sindicalmente hablando. En fechas más recientes un compañero en Madrid, al que conozco de viejas batallas sindicales, me decía que los sindicatos son inútiles y que no convocábamos nada, bla, bla, bla; él no había estado en la última manifestación (17 de noviembre del pasado año) y de eso hablábamos cuando salió el mando policial al que llevaba en el coche… y salió corriendo para abrirle la puerta. Se le notaba la vergüenza en la cara y yo hasta juraría que se dobló por la cintura en ese gesto servil de casi genuflexión de los lacayos que siempre lamen los zapatos de su amo y atacan duramente a los compañeros que, desde su mismo nivel, tratan de conseguir condiciones laborales y de consideración dignas. En los últimos años los ataques de estos contra los liberados sindicales ha crecido. Y se ha alentado desde sindicatos donde hay liberados de muchos años, que conscientemente o no, quieren sindicatos débiles donde medrar y conseguir ascensos, traslados al extranjero o simplemente tomar cafés con responsables políticos y mandos policiales que parecen provocarles orgasmos. El SUP siempre entendió que ser representante sindical es como cualquier otra especialidad del colectivo y compatible con todas, y que en función del grado de implicación, del número de afiliados a atender y de otras variables requiere más o menos tiempo de dedicación. Hay responsables del SUP en comités locales o comisarías provinciales trabajando a cinco turnos; otros que disponen de algunas jornadas libres para atender la sede sindical, preparar informes para las reuniones con los jefes, hacer recursos y gestiones de sus afiliados, y otros ejercen su tarea sindical con dedicación exclusiva, liberados a tiempo total. Esto de estar liberado es, profesionalmente hablando, neutro, salvo que, a) seas un pelota y pongas el sindicato al servicio de los responsables políticos y mandos, en cuyo caso ascenderás antes y tendrás otros beneficios o prebendas, o, b) coincida un tiempo de graves retrocesos profesionales –como ahora- y el sindicato sea la única voz que se oponga a ello, en cuyo caso no asciendes y te expones a querellas de mandos y sus acólitos y a expedientes disciplinarios. Los que desprecian a los liberados sindicales desprecian sus derechos y su dignidad y están dispuestos a aceptar cualquier cosa resignadamente, como los lameculos citados en los dos ejemplos anteriores. El sindicato es un instrumento, una herramienta para defender los derechos profesionales y el liberado sindical es alguien que dedica su tiempo a proteger y defender los derechos de sus compañero/as. Es una tarea muy digna a la que estoy orgulloso de haber dedicado muchos años de mi actividad profesional, y como en cualquier otra especialidad policial hay policías y liberados buenos y malos, mejores y peores, decentes y corruptos. Defender y proteger los derechos de policías que defienden y protegen los derechos de la ciudadanía es una muy honorable tarea. Sin sindicatos, ¿los policías, los funcionarios, los trabajadores, estaríamos tan mal como estamos hoy, estaríamos mejor o estaríamos mucho peor? Mi respuesta es obvia.
UGT.
Yo no creo en UGT y sí creo en CCOO. En la clandestinidad ambos apoyaron al SUP. En julio de 1988 Felipe González nombra a Corcuera ministro de Interior. Hasta 1985 había sido secretario de Acción Sindical de UGT, dimitiendo por desavenencias con su líder, Nicolás Redondo, que interpretó su nombramiento como una ofensa de Felipe González al que organizó una huelga general el 14 de diciembre de 1988.
El SUP apoyó aquella huelga general (como todas las posteriores) y estuvo en la manifestación que culminó la misma, pero UGT, que creía que podía dar órdenes al SUP, exigió actuaciones contra Corcuera que, al no llevarse a cabo, provocaron la ruptura de la dirección nacional del sindicato con un pleito legal por las siglas. Desde el movimiento asociativo de la Guardia Civil se siguieron las consignas de UGT y entre 1990 y 1992 decenas de sus miembros acabaron en prisión y fueron olvidados y abandonados por UGT. Todo valía para desestabilizar a Corcuera implicando a policías y guardias civiles en sus disputas políticas.
Nicolás Redondo, Miguel Ángel Ordoñez, José María Zufiaur, Antón Saracibar, Manuel Bonmati y otros de la ejecutiva confederal de UGT llevaron mal que el SUP decidiera por sí mismo y no aceptara obedecer las órdenes que ellos querían transmitir. Porque no es que no nos enfrentáramos a Corcuera (en ese tiempo hubo muchas manifestaciones, conflictos y expedientes de líderes del SUP por criticar a Corcuera y yo mismo tuve cinco expedientes con el asesor del ministro, Jesús Armendáriz, amenazando con mi expulsión de la Policía), sino que no actuábamos a sus órdenes y por eso decidieron crear otro sindicato, la UFP. Se constituyó en 1990 entre el sector crítico del SUP (que fueron engañados, creían que UGT quería un sindicato de policías fuertes y no una correa de transmisión) y un sindicato de extrema derecha dirigido por un infiltrado de la Inspección General Militar de la Policía Nacional (cuando era militar) que era el SNP. Según el libro “Policía sin censura” escrito entonces por dos periodistas de Interviú, el dirigente de SNP percibía dinero de la Inspección General para crear un sindicato que hiciera contrapeso y frenara la fuerza del SUP planteando medidas más radicales (recuérdese lo expuesto antes que ocurrió en la asamblea de Logroño) y por otra parte nacía la AMPU, luego ANPU, ANP y hoy CEP, para defender un modelo más jerarquizado y con menos derechos para los policías. Una pinza en toda regla. El dirigente de UFP citado y que se mantuvo en su cargo unos 20 años, dejó el cargo y se fue a una embajada; volvió, estuvo 6 meses de vacaciones destinado en Ceuta (cobrando más y cotizando menos) y se ha vuelto a ir a una embajada. Se ve que sigue teniendo amigos entre los mandos y políticos del PP como los tuvo con el PSOE, o quizás es que en este ministerio siempre han sido los mismos. Con estos mimbres Nicolás Redondo asistió a la fundación de UFP en febrero de 1990, que se hizo en la sede de UGT; sus previsiones eran que en las siguientes elecciones al Consejo de Policía (1991) superarían al SUP en votos y vocales en el Consejo de Policía y fracasaron. El resultado fue SUP 4, ANPU 3, SPP 2, UFP 1, SPPU 1, S. Comisarios 1. Los dirigentes del SUP crítico no se dejaron manipular y en noviembre de 1991 abandonaron la UFP y volvieron al SUP (como afiliados), y uno de ellos, que mantenía el pleito por la propiedad de las siglas renunció al contencioso a pesar de que desde UGT le ofrecieron que pidiera una cantidad de dinero, la que quisiera, por mantener el pleito (con contrato firmado de que las siglas SUP serian de UGT si ganaba).
Desde entonces UGT ha financiado y apoyado a UFP. Hubo un intento de acercamiento en 1996, cuando Cándido Méndez asistió al congreso del SUP en Badajoz, aunque el SUP tenía un acuerdo suscrito con CCOO y lo que planteaba UGT era integrar a la UFP en el SUP y que se suscribiera un acuerdo, como tenía UFP, de integración en FSP (Federación de Servicios Públicos) de UGT cuando la legalidad lo permitiera. El SUP nunca aceptó eso; su protocolo de cooperación con CCOO nunca ha supuesto ingreso ni de un solo euro sino de intercambio de servicios: miembros del SUP y familiares asistían a cursos de formación profesional y policías locales y autonómicas asistían a cursos de formación impartidos por el SUP. Si aceptas dinero de alguna organización estás en deuda y pierdes independencia. Y en honor a la verdad hay que decir que el comportamiento en eso de CCOO ha sido siempre de exquisito respeto a la autonomía del SUP. Tampoco hubiéramos permitido otra cosa.
Desde entonces hasta ahora en varias ocasiones se han repetido las “ofertas” al SUP desde UGT para integrarnos allí absorbiendo previamente a la UFP con la condición de renunciar a nuestra independencia y obedecer las órdenes de UGT. El pasado año, el secretario de Organización de la FSP de UGT, apellidado Espartero, reunido con los responsables de UFP en Castilla y León a los que trataba de convencer que debían aceptar la fusión con la CEP (UGT confiaba en conseguir después con distintos procedimientos el control del sindicato resultante), me dirigió adjetivos como “hijo de puta”, argumentos sindicales de tanto peso que el resultado fue que prácticamente todos los asistentes que eran dirigentes de UFP en la zona causaron baja y se afiliaron al SUP. Tres de los cuatro miembros del Comité Revisor de Cuentas de UFP dimitieron, sus cuentas se filtraron y apareció una deuda gigantesca (primer semestre de 2012) y entre los ingresos, uno en ese periodo de seis meses de 80.000 euros procedente de UGT.
En la división que propició UGT en 1989 en el SUP llegaron a comprar la voluntad de algunos miembros del comité federal de Madrid (clave para decidir si ganaban los oficialistas o los críticos) y el compañero de máxima confianza del entonces secretario general de Madrid (que era yo), anunció tras ser elegido presidente del Congreso de Madrid con el apoyo del sector oficialista que estaba con los críticos. Ganamos el congreso con dificultades; este compañero reconoció tiempo después que le habían prometido trabajo para su esposa y que su economía era muy precaria. Y contaba reuniones de UGT con el partido Democracia Socialista, creado por Ricardo García Damborenea. Democracia Socialista era una corriente dentro del PSE siendo Damborenea secretario general de Vizcaya de los socialistas, que apoyaba a Nicolás Redondo (hijo del líder sindical de UGT) frente a Ramón Jáuregui, y que en 1990 se convirtió en partido político apoyado por UGT. Damborenea fue encarcelado por complicidad con los crímenes del GAL y acabó pidiendo el voto para el PP en un mitin en la plaza de toros de Zaragoza junto a Aznar. Poco después la UFP, sindicato de UGT, pedía el indulto para Amedo y Domínguez condenados por los GAL.
Por estas y otras muchas razones con las que se podría escribir un libro, concluyo que he visto en CCOO una organización de gente decente, donde puede haber las mismas excepciones que en cualquier otra organización, que sin duda habrá cometido errores que debe corregir, pero sin comparación con lo que he visto en UGT, una cultura sindical de poder endogámico que no va dirigida a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Y es cuanto tenía que escribir de momento de este asunto.

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