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miércoles, 14 de marzo de 2012

El envilecimiento de los malvados

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Son legión. Pelean por el reconocimiento privilegiado de Moncloa. Convierten el debate político en un lodazal. Se dicen periodistas, pero el 20N  empezaron a sentirse propagandistas. Degradan la profesión. Minan la convivencia. Por eso, parafraseando a la activista francesa Madame Roland, cuya vida segó la guillotina, “Nada se puede aceptar de un malvado, so pena de envilecerse”.
En los últimos tiempos vomitan contra los sindicatos. No informan, calumnian. No opinan, difaman. Viven en un vertedero y escriben lo que respiran. Por eso resulta inútil, en este clima de intoxicación programada, hacer un esfuerzo y participar de la orgía del antisindicalismo con espíritu de comprensión. Hemos de elegir bien nuestras prioridades. El tiempo es escaso y no debe perderse en mirar al dedo. Hay que observar la luna, que de aquí al 29M deberá avanzar hacia la luna llena. Foros y tribunas han de escuchar nuestras ideas y razones. Está en juego  la arquitectura social y laboral que nos dimos en democracia.

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